Aquí va la primera historia, de muchas, acerca de como me hice las heridas en la cara.
Llámame loquer... Pero ésto es lo que sucedió:
-Ӄste guacamole es una mierda."
fueron mis palabras...
Nos encontrábamos en "La Gorda (panza) de Pancho" un
restaurante mejicano de dudosa reputación. De súbito se hizo el
silencio y noté como la tensión se adueñaba del lugar. Una tensión
que ahora se podía cortar con un cuchillo de untar mantequilla.
Tres de los feligreses se pusieron en píe y sin mediar palabra,
con sus ponchos raídos y sus elegantes sombreros étnicos se
acercaron a mi. Sus mostachos vibraban a cada paso. La cosa se ponía
seria y me giré en busca del amigo que me acompañaba esa noche. Por
suerte buen estudiante del arte marcial ninjutsu (
2#*). Fueron dos
segundos lo que tardé desde el momento en que dije mi desafortunada
frase en mirarle. Él ya no estaba ahí. -Maldita rata.- mascullé
mientras me levantaba de mi sitio.
Mis tres oponentes pararon en seco al escuchar un silbido que
provenía del fondo del local. Como autómatas se retiraron dejando
paso a una mujer de tamaño monstruoso.
Pensándolo en retrospectiva y a decir verdad no sé por que en el
nombre del restaurante lleva escrita la palabra panza, puesto que la
Gorda de Pancho es su mujer, señora que ostenta el título de
campeona regional de Muay Thai Mejicano (Existe, punto.).
No os aburriré con los detalles.
La cosa fue muy rápida: Cogí aire cerrando los ojos. Los abrí.
El mundo se detuvo un fracción de eternidad y cargamos el uno contra
el otro.
Sus 137,4 kg. contra mis bien llevado 60,3 kg.
Una sucesión impresionante de golpes relampagueantes y una lluvia
de nachos sin salsa que dificultaban la visión del combate (
3#).
Silencio.
Lo siguiente que recuerdo es preguntarle el peso a mi derrotada,
aunque digna, contrincante (¿Si no como lo hubiera podido escribir?)
y salir del bar con mi botín de guerra (
1#).
Sí, amigos, así es como sucedió.
*Gente experta en asestar golpes veloces y esconderse; sobretodo lo
segundo.